Sara García, nuestra compañera de 3º ESO B, ha sido premiada con el Accésit en la categoría de Prosa del XXVI Certamen literario del IES María Moliner de Coslada (Madrid), dirigido a estudiantes de centros públicos de 2º ciclo de ESO, Bachillerato y Ciclos formativos de Grado Medio y Superior de la Comunidad de Madrid. Se ha alzado con este merecido segundo puesto por el relato Cada segundo de la vida que podéis leer a continuación. Querida Sara, mil enhorabuenas por este premio...y por el trabajo de cada día.
Cada
segundo de la vida
Joel solo pensaba en correr. Como podía se sujetaba al
brazo izquierdo, herido y lleno de sangre. Rin iba unos pasos por delante de él
y un disparo la hizo girarse. Cuando vio a su hermano en el suelo se acercó
para ayudarle.
-¡Rin, vete! –gritó Joel, pero Rin ya lo había cogido en
brazos para llevárselo.
-Sin ti no me voy –respondió.
Rin echó a correr. Era una joven cazadora, de complexión
atlética y con mucha fuerza. Su piel morena contrastaba con su melena rubia y
sus ojos azules, un recuerdo de un padre al que no llegó a conocer. Joel, su
hermano pequeño, era bajito y tenía una expresión dulce y amigable. Su físico
encajaba más con el perfil de la tribu, pues su padre no era un forastero, sin
embargo también tenía los ojos azules como su hermana.
-¡Rin, cuidado! –le advirtió Joel, pero lo dijo demasiado
tarde.
La joven había esquivado todos los obstáculos del bosque,
pero no había contado con las trampas. De pronto Joel se encontró tirado en el
suelo. Una gota de sangre le cayó en la cara y, al ver a su hermana colgada de
un pie y con algunas flechas en el cuerpo, la dio por muerta.
Intentó arrastrarse lejos de allí, pero alguien lo agarró y
lo lanzó contra un árbol.
-No lo trates así, solo es un crío –dijo una voz femenina.
-Cállate, Lin. Este niño no sirve –dijo una voz masculina.
-Venga, Lewis, deja de maltratarlo. Se recuperará –dijo
otro hombre.
-Lewis, por favor, haz caso a Mike. Como lleguemos sin
nada, el jefe nos mata.
Lewis se rindió y se marchó enfadado.
Lin se acercó al niño y lo intentó despertar, pero fue
inútil. A pesar de estar inconsciente, Joel sintió como ella lo rodeaba con sus
brazos y lo levantaba, llevándolo hacia su nueva vida como esclavo.
Cuando todos se marcharon, un chico lleno de pintadas
azules salió de entre los árboles y se acerco a Rin. Nunca había visto a nadie
igual y cuando iba a alargar la mano para tocarla, Rin abrió los ojos. El
muchacho retrocedió de un salto.
-Ayúdame –suplicó Rin, agonizando-, se han llevado a mi
hermano.
El chico la ayudó a bajar de la trampa, evitando que Rin
cayera al suelo de golpe. Cuidadosamente, la depositó sobre la hierba y le
quitó las flechas. Rin vio que sus heridas sangraban mucho, pero el muchacho
sacó un ungüento de su zurrón y la hemorragia paró. Al cabo de un rato, Rin se
sentía estupendamente.
-No sé cómo voy a agradecerte esto. Por cierto, ¿cómo te
llamas?
-Soy Ulim, ¿y tú?
-Me llamo Rin –dijo levantándose-. Ha sido un placer, pero
ahora debo irme.
-No te vayas, aún estás débil. Ven a mi aldea, allí te
curarán en condiciones.
-Pero...
-Si vas directamente al campamento, sólo conseguirás
matarte.
Rin asintió y ambos se dirigieron a la aldea de Ulim. Allí
él la llevó a la cabaña de Kira, su curandera. Los cuidados de Kira eran
efectivos, pero Rin no se recuperaba tan rápido como deseaba. Lo único que la
retenía allí era la compañía de Ulim, pero temía que se llevaran a su hermano.
Un día no pudo más, y comenzó a recoger sus cosas.
-¿Qué haces, Rin? –le preguntó Kira.
-Nada, solo quería saber dónde estaban mis cosas.
-No te creo –dijo Ulim mientras entraba.
Rin iba a replicar, pero se quedó callada. Kira miró a
ambos con una media sonrisa.
-Os dejo solos –dijo según se marchaba.
-¿Ibas a ir al campamento, verdad? –quiso saber Ulim.
-No es asunto tuyo –contestó.
-Sí que lo es.
-¿Por qué?
-Por esto –dijo acercándose a ella, y entonces la besó.
Rin abrió mucho los ojos. Nunca la habían besado, pero
jamás habría imaginado que sería tan tierno y dulce. Lentamente, cerró los ojos
y se dejó llevar, sabiendo que Ulim tenía esa misma sensación. Cuando
terminaron, ambos se miraron a los ojos.
-No quiero perderte –dijo Ulim al fin-. Aún no estas
recuperada, y si entras allí, no saldrás viva.
-Esperaré –suspiró.
Ulim asintió, dedicándole una cálida sonrisa.
-Me tengo que ir, tengo que ayudar en la cacería.
-Ve –dijo Rin, besándole de nuevo. Ulim le devolvió el beso
y se marchó.
Rin suspiró y siguió recogiendo sus cosas. A pesar de lo
que le había dicho a Ulim, quería salvar a su hermano, así que salió por una
ventana y se adentró en el bosque.
Comenzó a caminar, orientándose por los árboles. Sabía que
estaba cerca, por lo que tuvo que ir con cuidado. Comenzaba a distinguir
algunas tiendas de campaña, cuando alguien le agarró el brazo y la hizo
girarse.
-¿Qué demonios estas haciendo aquí, Rin? –le dijo un hombre
lleno de heridas.
-¿Fugu? –dijo al reconocer a su padrastro.
-Sí, soy yo, ¿pero se puede saber dónde te habías metido?
Rin recordó que Fugu había estado con ella el día en que
habían secuestrado a Joel.
-Intentamos escapar, pero a Joel le dispararon y yo caí en
una trampa. A él se lo llevaron y a mí me dieron por muerta, pero un chico de
una aldea cercana me salvó. He estado con ellos todo este tiempo. ¿Y a ti que
te ha pasado? –dijo al ver las heridas.
-Sufrimos un asalto de los traficantes y ahora hemos venido
a recuperar a las personas que se llevaron. ¿Nos vas a ayudar?
Rin no se lo pensó dos veces y asintió enérgicamente. Fugu
le contó el plan y, cuando recibieron la señal de los otros, ambos entraron
corriendo en el campamento.
Ulim se dio cuenta demasiado tarde de que Rin no estaba,
pero cuando lo hizo no perdió el tiempo dando explicaciones: saltó por la
ventana y comenzó a seguir el rastro que la muchacha había dejado en el bosque.
Sabía donde iba a estar, pero no lo quiso admitir hasta que la vio luchando, y
se quedó boquiabierto: Rin peleaba llena de rabia y dolor, motivada por la idea
de que su hermano podría estar vivo. Ulim nunca la había visto tan bella, con
la larga melena ondeando en su espalda al compás de sus ágiles movimientos de
gacela. Quiso seguir observándola, pero se acerco para ayudarla.
-Anda que eres cabezota –dijo sonriendo-. Ve, te cubro las
espaldas.
Rin le devolvió la sonrisa y echó a correr, adentrándose
más en el campamento.
-¡Rin, ven aquí! –le gritó Fugu saliendo de una tienda de
campaña-. Sigue desatando los nudos mientras yo me encargo de los traficantes.
Rin entró en la cabaña, seguida de Ulim. Un grito los
sorprendió a los dos.
-¡Hermana! –gritó Joel. Rin corrió a abrazarlo-. Pensé que
estabas muerta.
-No, mi niño, estoy viva. Ven, te sacaremos de aquí –le
dijo mientras le desataba las manos. Los tres comenzaron a desatar a los demás
y cuando salieron de la tienda vieron que los traficantes estaban muertos. El
campamento era suyo.
-Por fin –dijo el jefe de la tribu de Rin-, por fin nos
hemos librado de este tormento. Ahora nuestro pueblo podrá caminar tranquilo
por este bosque.
Todos los presentes lanzaron gritos de júbilo, pero hubo
uno de dolor que sonó por encima de los demás.
Detrás de Rin estaba Ulim, tirado de rodillas en el suelo y
mirando sorprendido hacia su estómago, donde sobresalía la punta de una lanza.
Tras Ulim, estaba Mike, uno de los traficantes, con una lanza en la mano.
-Esto es por Lin –dijo clavándole más el arma, pero apenas
tuvo tiempo de hacer fuerza, pues varios de los presentes aún tenían sus arcos
cargados y le dispararon. Cayó muerto al instante.
Rin ignoró todo lo demás y se agachó junto a Ulim.
-No te mueras –le pidió mientras intentaba contener las
lágrimas.
-Cabezota –dijo él sonriendo.
-Por favor –suplicó.
-Lo siento, pero ya es tarde –dijo-. Te quiero –y entonces
murió.
Rin no aguantó más y comenzó a llorar, repasando los
segundos que habían cambiado su vida: Joel adentrándose en el campamento, ella
pisando la trampa y acribillada a flechas, Ulim salvándola de la trampa, Ulim
besándola en la cabaña, Ulim ayudándola a salvar a su hermano... Todo se
reducía a Ulim.
Joel le puso una mano en el hombro y ella reaccionó. Se
incorporó y cerró los ojos de Ulim, unos hermosos y extraños ojos verdes que ya
no verían la luz de nuevo.
Había sido capaz de salvar a su hermano pero, a cambio,
había perdido al único hombre al que había amado.